jueves, 11 de febrero de 2021

Llamadme Ismail y la Odisea





La Odisea es un clásico inmortal. Cada generación lo hace suyo a su manera, pues trata de temas eternos como el retorno al hogar abandonado, la búsqueda del padre, la fidelidad conyugal, el final de la adolescencia, la ambición por el poder, la fragilidad de la condición humana y muchos otros. Constantemente se imprimen nuevas ediciones de la Odisea, siendo la última la preciosa edición de Blackie Books.

La Odisea tiene innumerables ecos posteriores (1). Joyce ya hizo su particular versión con el Ulysses en 1922 y Kazantzakis la suya en 1938, y hace poco han salido dos últimas reinterpretaciones de sus personajes: Circe (Little, Brown and Company, 2018) de Madeline Miller, escrita desde el punto de vista de la hechicera, y No Vuelvas, Odiseo (Extravertida Editorial, 2018) de Antonio Jiménez Casero, desde el punto de vista de Penélope. O la interesante relectura de Daniel Mendelsohn en Una Odisea. Un Padre, un Hijo, Una Epopeya (Seix Barral, 2020). 

La primera parte de la Odisea es conocida como la Telemaquia, que se compone de los cuatro primeros cantos, donde se narra la historia de Telémaco, que decide partir de su hogar en busca de su padre. En nuestra novela, esta parte se corresponde con los dos primeros capítulos, en los que conocemos la historia de Hamza, el hijo de Ismail, que se pone en marcha para intentar localizar a su padre.

Odiseo no cobra protagonismo hasta el Canto V, donde comienza la segunda parte, el regreso a Ítaca desde la isla donde Calipso le tiene retenido. En nuestra novela, este lugar es el campo de refugiados de Moria donde Ismail es detenido y deportado a Turquía, comenzando así su regreso a Siria. 

El barrio de Basmane en Izmir (Esmirna), donde Ismail es acogido en Turquía, se corresponde con el País de los Feacios, donde Odiseo se repone de sus aventuras y cuenta su periplo al rey Alcínoo y su hija Nausíaca, que en nuestra novela tienen su correspondencia en Aslan y Farah respectivamente.

A partir del Canto IX, Odiseo se transforma en el narrador en primera persona, de la misma forma que lo hace Ismail a partir del capítulo 7.  Las cárceles de Siria y sus torturadores hacen el papel del temible Polifemo. Karen, la inglesa que lo cuida en Antalya (Turquía) tras su naufragio, es el avatar de la hechicera Circe. Los traficantes de personas son las sirenas que engañan a Ismail con falsas y peligrosas promesas. El descenso a los infiernos, que se narra en la Odisea en el Canto XI, se produce en nuestra novela en la pesadilla que Ismail tiene en el capítulo 11.

En al tercera parte de la Odisea, a partir del Canto XIII, se narra la partida de Odiseo del país de los Feacios y su vuelta a Ítaca. En nuestra novela, esta parte comienza en el capítulo 13, en el que Ismail deja Izmir para volver a Siria. Los paralelismos se van sucediendo, y con la llegada de Ismail a Alepo se produce el reencuentro con Hamza, su hijo, y Elliah, su vecino, que son Telémano y Eumeo en la Odisea. La novela termina con el intento de salvar a Amira, su mujer, de la terrible situación en la que se encuentra en medio del fuego cruzado del régimen, los rebeldes y los yihadistas, que son en esta historia los “pretendientes” de Penélope en la Odisea

Es al final donde la novela y el poema de Homero divergen, pero no desvelaremos aquí dónde están las diferencias. 

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(1) "Odisea, ecos actuales en verso y prosa", artículo de Carlos Gual en el El País (28 de enero de 2006)

https://elpais.com/diario/2006/01/28/babelia/1138409438_850215.html


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